
Se realizaron 3 sesiones consecutivas, combinando información práctica, diálogo abierto, dinámicas participativas, reflexión colectiva y degustación de alimentos saludables en la Casa Comunitaria para el Buenvivir, en las que asistieron 7 mujeres cuidadoras. El objetivo del círculo fue fortalecer el autocuidado corporal de las mujeres cuidadoras mediante prácticas de alimentación más conscientes, accesibles y saludables; promoviendo cambios pequeños pero sostenibles en beneficio de ellas y de sus familias.
La mayoría reconoció que, aunque saben los daños del refresco, aún luchan por disminuirlo. Otras familias han logrado reducirlo a un día por semana o sustituirlo por aguas frescas. Coincidieron en que el cambio debe empezar desde la niñez y en casa.
Se identificaron:
Entre las coincidencias principales se encuentra un alto consumo de café, sopas y carnes de pollo/res.
Se habló del desafío de “batallar” menos: algunas personas no preparan agua fresca por comodidad y prefieren comprar refresco. También surgió la práctica de moler ingredientes para que niñas/os no separen la comida, conducta que reconocen puede venir de las propias cuidadoras.
Se reflexionó sobre síntomas de deshidratación y se compartieron experiencias sobre cómo cambiar hábitos familiares requiere compromiso colectivo.
Se abrió conversación sobre nutrientes y una participante con hipotiroidismo compartió cómo ha debido aprender a comer mejor. Otras relataron cómo balancean sus platillos moliendo ingredientes o usando especias naturales.
Surgió un punto clave: cada cuerpo es diferente. Lo que funciona para una persona no funciona igual para otra. Se animó a consultar a profesionales de la nutrición.
El grupo relató experiencias cercanas:
Se aclaró que el riesgo está en el uso excesivo y en reemplazar alimentos reales.
El diálogo final giró en torno al consumo excesivo de picante industrial y sodio en generaciones más jóvenes.
Las participantes mencionaron:
Surgió la comparación con prácticas actuales donde ya “todo se vende preparado”, lo que refleja cambios generacionales.
Al hablar de cubos o polvos de caldo, solo una mujer reconoció usarlos por dificultad para cocinar arroz. El grupo compartió consejos prácticos para cocinar sin ellos y alternativas naturales como caldos caseros y especias.
Tras las tres sesiones, se observó:
El círculo dejó aprendizajes prácticos y emocionalmente significativos. Las mujeres concluyeron motivadas, agradecidas y con herramientas sencillas para iniciar cambios reales en su alimentación diaria


