Jornadas El cuidado es mutuo: Madres que acompañan con diversión y afecto

Las jornadas El cuidado es mutuo con madres de familia se desarrollaron en los Centros Comunitarios La Alianza y Sector Q como un espacio de acompañamiento, autocuidado y fortalecimiento emocional para mujeres cuidadoras que decidieron aprovechar el campamento de verano de sus hijas e hijos para tener un espacio propio.
El propósito central fue fomentar el disfrute como herramienta de conexión emocional, fortalecimiento de vínculos familiares y construcción de relaciones sociales más humanas y conscientes.

Durante 180 minutos, siete mujeres cuidadoras realizaron actividades lúdicas, colaborativas y reflexivas que permitieron recuperar su historia de disfrute, reconocer patrones heredados y vivenciar nuevamente la alegría de jugar, generando un ambiente seguro para compartir experiencias personales y resignificar su rol como madres y cuidadoras.

Principales Logros

1. Generación de confianza y ambientes seguros

En ambos centros, a pesar de inicios con baja participación, las madres lograron sentirse seguras para compartir experiencias profundas, vulnerabilidades y recuerdos significativos. Se creó un clima de apertura, empatía y escucha activa.

2. Reconexión con la infancia y recuperación del disfrute

Las actividades como rompecabezas, papa caliente y saltar la cuerda despertaron risas, memorias de juegos tradicionales y la sensación de “volver a ser niñas”, reforzando el disfrute como recurso de bienestar emocional.

3. Reflexión consciente sobre la crianza

Las participantes analizaron cómo su propia infancia —a veces llena de restricciones, exigencias o ausencia de juego— influye en su forma actual de acompañar a sus hijas e hijos. Surgió una disposición clara por romper patrones restrictivos y construir vínculos más afectivos, lúdicos y cercanos.

4. Expresión emocional profunda y validada

Las madres compartieron experiencias difíciles: duelos familiares, responsabilidades de cuidado no compartidas, ansiedad, depresión e historias de violencia o rigidez en la infancia. Las facilitadoras sostuvieron estos relatos con contención y sin juicio, favoreciendo procesos significativos de desahogo y reconocimiento emocional.

5. Identificación de nuevas formas de autorrealización desde el juego

Las participantes exploraron acciones concretas para integrar el disfrute en su vida diaria:

  • jugar con sus hijos,
  • retomar actividades placenteras de la infancia,
  • dedicar tiempo de calidad,
  • permitirse reír, moverse y disfrutar sin culpa o vergüenza.

6. Cierres significativos que fortalecieron autoestima y agencia

Al finalizar, las madres expresaron aprendizajes como:
“hoy me di cuenta de que puedo compartir lo que siento”,
“soy capaz de expresar mis emociones”,
“recordé cosas que aún me duelen y que necesito atender”.
Estos cierres reflejan el impacto emocional positivo de la jornada.

Principales Retos

1. Historias personales complejas que afectan la participación

Las madres compartieron vivencias de abandono, internados rígidos, violencia familiar, depresión y alta responsabilidad de cuidados. Estos antecedentes influyen en su disponibilidad emocional y requieren abordajes sensibles y diferenciados.

2. Resistencias hacia actividades lúdicas por experiencias pasadas

Algunas participantes mostraron rechazo inicial al juego, especialmente cuando evocaba recuerdos difíciles. Esto exigió flexibilidad, acompañamiento cercano y adaptación de dinámicas.

3. Patrones restrictivos de crianza heredados

Varias mujeres identificaron que reproducen con sus hijas e hijos los mismos límites rígidos que vivieron, especialmente ligados al control, la falta de libertad y el poco espacio para el descanso o el disfrute.

4. Limitaciones físicas y fatiga

Durante las actividades de movimiento, algunas participantes mostraron cansancio rápido o lesiones que limitaron su participación física.

5. Necesidad de mayor acompañamiento individualizado

Los grupos pequeños permitieron profundidad, pero también hicieron evidente la necesidad de atención personalizada para gestionar emociones intensas o historias dolorosas.

Conclusión

Las Jornadas El cuidado es mutuo con madres confirmaron que el juego, el disfrute y el diálogo reflexivo son herramientas poderosas para transformar la experiencia de las mujeres cuidadoras, ayudándolas a reconectar consigo mismas, fortalecer su bienestar emocional y construir prácticas de crianza más humanas, empáticas y libres de rigidez aprendida.

Los logros evidencian que las madres valoran profundamente estos espacios y encuentran en ellos un lugar para sentirse vistas, escuchadas y acompañadas.
Los retos identificados orientan oportunidades para profundizar en el acompañamiento emocional y seguir fortaleciendo metodologías que pongan al centro el disfrute, la dignidad y el bienestar de las mujeres.

Las jornadas El cuidado es mutuo se llevaron a cabo en los Centros Comunitarios La Alianza y Sector Q como un espacio de acompañamiento, autocuidado y fortalecimiento emocional para madres cuidadoras que aprovecharon el campamento de verano de sus hijas e hijos para dedicarse un tiempo propio. Durante 180 minutos, siete mujeres participaron en actividades lúdicas, colaborativas y reflexivas que les permitieron reconectar con el disfrute, reconocer patrones de crianza heredados, expresar emociones profundas y resignificar su rol como cuidadoras desde un lugar más humano, sensible y consciente.
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